miércoles, 24 de marzo de 2010

La chica de ayer



La vida nos da sorpresas, unas veces gratas otra menos, pero sobre todo, lo inesperado siempre es bienvenido.

Todo esto viene a colación, porque los laborales, pienso que somos gente de otra pasta, algo diferentes y en algunos caso bastantes pintorescos.

Esta historia tiene un trayecto de 38 años, nada más y nada menos, prácticamente comenzó, cuando yo salí de la Universidad Laboral.


Lo clásico de aquella época en Córdoba, grupos de chicas y chicos, las verbenas veraniegas, que comenzaba por San Antonio, en la Av. de Obispo, Pérez Muñoz, a espaldas del Hospital Militar, luego para San Juan, que si no mal recuerdo se celebraba en Cañero, pero la mas famosa era la del Triunfo, justo en frente de Puente Romano a mediado de agosto. Bueno durante el invierno estaba el famoso Centro Filarmónico.


Era bailar y poco más, pues la educación que teníamos en relaciones entre ambos sexos por decirlo de alguna manera dejaban mucho que desear, pero cada uno a su manera se la ingeniaba, que si un roce por aquí, que si un pellizco, por allá, y los más osados, podían arrancar un efímero beso de golpe de chapa, pero nunca de tornillo.


Sea como fuere, después de tres años en la UNI, que durante el curso no se veía una chica ni en foto, el verano, -en mí caso los tres años me toco recuperar,asignatura-, solo me permitía la licencia de ir al cine, salíamos en grupos de chicas y chicos lo típico, pero poco más.


Mi verdadera prueba de fuego fue cuando termine mis estudios, me tire un año sabático, yo no encontraba trabajo, tampoco puse mucho interés, estuve 3 meses en París en casa de unos tíos, luego de vuelta me sitúe, realmente en lo propio de mi edad: Conocer gente y pasarlo bien.


La pandilla, las verbenas, los guateques, conocí a una chica algo especial para mí, comenzamos a salir, en definitiva se podía decir que éramos novios, pase un verano fantástico, de dinero regular, pero como yo era el menor de mis hermanos, ellos trabajaban y la verdad aunque iba justo pero no me faltaba unos duros con lo que divertirme.


Ni que decir tiene que fue para mí el mejor verano de mí tardía adolescencia, el despertad al un incipiente amor de juventud, que la vida me demostró que fue más Platónico que otra cosa, pero que desde luego si dejo una huella indeleble.
Llevo 34 años casado, el equilibrio, la paz, la seguridad, el amor, la armonía, que durante estos años llevamos de convivencia, en gran medida, es obra de mí esposa, a la que quiero profundamente y que me ha regalado tres hermosa hijas, a las que adoro.


Pero eso no quita para que “la chica del ayer” de repente llegue de nuevo a mí vida, casualmente localice, su numero de teléfono, me puse en contacto con ella, no solo no me había olvidado, sino que entre risas, hablábamos y recordábamos los tiempos de nuestra juventud.


Vivimos en ciudades diferentes, mantenemos contacto e incluso le he presentado a mí mujer por teléfono, me he comprometido que cuando vaya de visita nos veremos.

De lo que pudo ser y no fue, deseo fervientemente que nazca una bonita amistad, porque ningún tiempo pasado fue mejor, lo mejor esta por llegar, pero retrotraernos a la juventud, nos da una nota de frescura a nuestra vida, y eso es lo que me ha ocurrido a mí.

Amigos, sed felices y un fuerte, abrazo

Diego García 68/71

P.D.: dedicado a la Chica del Ayer, que de nuevo ha vuelto a mí vida.

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