De lo mucho y bueno que aprendí en mis años de adolescencia, que principalmente coincidieron en la Universidad Laboral, fue a tener inquietudes.
En la vida, se pueden contemplar de dos maneras, ser paseante en la calle, por tanto ser uno de los protagonistas, o bien asomarte al balcón y ver como pasea la gente.
Indudablemente, para las personas que tenemos, inquietudes, solo te puedes sentir bien, paseando por las avenidas de la vida.
Entre las muchas experiencias que tuve, comentare mi experiencia como sindicalista, la cual me reporto, unas vivencias increíbles, pero a su vez algún que otro sinsabor.
Cuando con 18 años me incorpore al mundo laboral, aun estaba el franquismo, con sus decadentes sindicatos verticales, a principio de los años 70, que ya los visitaba para informarme de mis derechos como trabajador.
Cuando el viejo dictador falleció, estaba haciendo el servicio militar, de nuevo me incorpore a la vida civil y a mi trabajo.
A partir de esa fechas, mediados de los años setenta, afloraron de una manera grandiosa, los Sindicatos de Clases, aunque ya casado, me incorpore como afiliado y colaborando con otro compañeros a formarlos en la empresa.
En esa fecha pertenecía a la Rama del Metal, fue en 1977, cuando en el sector se realizo una huelga, la primera, que se organizo en Málaga, en la que los trabajadores fuimos protagonistas principales, por la mejoras del Convenio Colectivo, se consiguieron mejoras, pero los trabajadores, no nos sitiamos satisfechos con lo conseguido y aun estuvimos una semana más al margen de lo que decían los Sindicato, el resultado fue un Convenio Colectivo, que nos ponía a la cabeza del Sector en Andalucía y uno de los mejores de España, por añadidura diré, que formaba parte de los llamados piquetes informativos.
En 1978, pase a trabajar a una empresa de sector de bebidas, en el Equipo de Mantenimiento, que por cierto, era muy serio en sus trabajos, pero muy reivindicativo en sus derechos, se nos catalogaba en la empresa, como que la preparación técnica, no era un motivo para tener una remuneración algo más elevada que el resto de los operarios.
En ese tiempo, dicha empresa los trabajadores tenía su propio, sindicato, que como todo, lo manipulaban unos pocos. Un grupo de personas del equipo de mantenimiento, nos pusimos manos a la obra y nunca mejor dicho, como mucho esfuerzo y tiempo, implantamos un sindicato de ámbito nacional, nos presentamos a las elecciones y naturalmente las ganamos, yo fui elegido por los compañeros afiliados como delegado sindical, en dicha empresa, y durante 5 años ejercí como tal.
En año 1987 viví una de mis experiencias, tanto a nivel personal, como laboral, de una mezcla de excitante, desencantadora o posiblemente de reto en la vida.
Fue el cierre de la fábrica, por traslado a Sevilla, los afectados éramos 200 trabajadores, la intención de la empresa en realidad, era el dar una buena indemnización para que los trabajadores nos acogiésemos a las baja incentivada, cosa que consiguió a medias, pues aproximadamente la mitad nos trasladamos a la nueva fábrica con una indemnizaciones que rondaban los 7.000.000 de las antiguas pesetas, dándose la paradoja que se consiguió que las personas jóvenes como era mi caso nos saliera más rentable trasladarnos y mantener el puesto de trabajo que ir al paro.
El cierre de la planta de embotellado le supuso a la empresa un coste de mil millones de las antiguas peseta, que dicho sea de paso en aquella época era un precedente que anteriormente no existía.
Se me ofreció por parte del sindicato y de la empresa de que fuese liberado para el sindicato, por lo tanto la posibilidad de quedarme en Málaga, pero yo entendía por aquella época que tenía que estar junto a mis compañeros y lo rechace.
El 1 de febrero del 1988 fui el primer trabajador que puso el pie en la nueva fábrica de Sevilla, a la semana comenzaron a llegar otros compañeros.
Durante 3 años compatibilizaba mi labor profesional con la sindical, la cual dicho sea de paso se me hacía muy difícil y me cerró el paso a promoción dentro de la empresa, cosa que de otra manera tampoco me importo, nunca he tenido inquietudes de mando, ni por otra parte con mi trabajo las necesidades familiares estaban más que cubiertas, por el buen salario que cobraba.
Mi carrera sindical termino poco antes de marcha voluntaria de la empresa en 1991, lógicamente negocie mi despido con la misma, regrese a Málaga con mi familia, otra empresa me esperaba para incorpórame a ella, con la misma categoría profesional, en peores condiciones económicas…, pero bueno eso es otra historia de mi vida que en otra ocasión os contare.
Un saludo Diego García 67/70
lunes, 12 de enero de 2009
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