sábado, 24 de enero de 2009

Un instante, en la vida, es demasiado para comparar

Sin ánimo de ofender, pues cada uno es muy libre de pensar como bien le venga en gana ¡faltaría más!.

Con toda seguridad, al menos yo estoy convencido, que la enseñanza, que en los primeros años de mi juventud, que recibí en la Universidad Laboral, aquí ahora en este país no tiene cabida.

Cabe preguntarse ¿porque?
Primordialmente porque la revolución social que vivimos desde los años 70 hasta nuestros días, ha sido inmensa, en la mayoría de los aspecto a mejor, pues somos más libres a la hora de elegir nuestro propio destino, pero ante todo, tenemos un inconveniente, que no es otro que la pérdida de valores, en esta sociedad tan cambiante.

Una parte importante es el esfuerzo día a día para que nuestros conocimientos se vayan ampliando, porque ese saber, esa cultura, nos hará a la vez mujeres y hombres más libres.
Mi paso por la Uni, supuso el ahondar en los valores cristianos, de trabajo, mediante el esfuerzo continuado (el hecho de no aprobar suponía la perdida de la beca), para nada creía una presión, sino un reto que en la vida, se nos presentaba y sobre todo era un plus añadido, que teníamos para el futuro con respecto a otros tipos de enseñanza que se daban en otros centros de educación.

El hecho de tener asignaturas, como FEN, o religión, no supuso un adoctrinamiento, la capacidad de análisis personal siempre le da a uno la opción de elegir.

En los tiempo que corren, llenos de individualismo, consumismo y cierto grado de ignorancia, nos dejamos arrostrar por la información ya elaborada, lista para su consumo, lo cual nos limita la capacidad de elección, dado que dichos medios actúan como clones al servicio del poderoso.
Aunque sea un tópico no deja de ser una realidad, “el pueblo que nos conserva sus tradiciones está listo para desaparecer”,.. Siempre ahí que mirad para adelante, pero también hay que guardar esa parte de nosotros mismo, de experiencia, sabiduría que da la edad, en donde nuestros hijos y generaciones venideras puedan mirarse.

Tiempos duros, la que nuestros antepasados vivieron, su inmensa mayoría no tuvieron ni acceso a la enseñanza ni a ningún medio cultural, nosotros las distintas generaciones que pasamos por la UNI, fuimos unos privilegiados, nuestros hijos aun más, pues en su inmensa mayoría son universitarios, y es precisamente esa semilla, gracias a nuestro mayores la que se ha sembrado.

Ahora que tan de moda esta el laicismo al uso, pasado por la harina de la progresía, solo es la cara más amarga de la pérdida de valores personales, en que se antepone el valor individual de la persona, por el colectivo.

Nunca tiempos pasados fueron mejores, cada instante de la vida es único e irrepetible.
Un abrazo

Diego García 68/70

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