viernes, 21 de mayo de 2010

¿Es la política un servicio al pueblo?

En muchas ocasiones, las personas de a pie, que viven ajenas a la política, a los políticos, y a todo el mundo que gira alrededor, de esto, se hacen esta pregunta.

Toda actividad, en la que tengan intervención las personas conlleva unas pautas de comportamiento acordes a uno parámetros éticos que los marca la misma sociedad en la que nos desenvolvemos.

Independientemente la Actividad Política, al igual que cualquier otra actividad, no escapa de los sujetos, que hacen de esto una profesión.

Por poner un ejemplo, si un medico lleva a cabo una praxis no adecuada, lo hará un mal profesional para la medicina, con lo que conlleva para su actividad como persona y como médico. No por ello se va a condenar a todos los profesionales, ni diremos que todos los médicos, practican una mala medicina.

La política tiene un valor intrínseco a cualquier otra actividad, en la que los seres humanos no desenvolvemos y que en muchísimas ocasiones se olvida: ser meros servidores del Pueblo, de los que emana dicho poder a través del Voto, y de los valores que defendemos a través de la Constitución y demás Leyes.

Mucho políticos realizan dicha actividad para un soporte vital de subsistencia, es decir como medio de vida, con lo que conlleva entrar en un mundo de prebendas, corruptelas y compromisos, en la mayoría de la veces, gravoso para el pueblo al que se deben y al que representan.


¿Son todos los políticos iguales?

Como en multitud de ocasiones escuchamos al pueblo llano: rotundamente no en los tiempos que vivimos, con una perdida de valores personales, por la velocidad en la que cambia la sociedad que vivimos, en la que prima lo material y o individual, por encima de lo colectivo.

El poder de los medios de comunicación, es grande, en la mayoría de las veces, dichos poderes afines al poder gubernamental, cuando este realiza ilegalidades, las mimetizan de una manera descarada; en cambio si son otros partidos, las magnifican, para criminalizarlos; esa es la practica habitual: los que están en el poder, utilizar el mismo, para perpetuase, siendo un pragmatismo mal entendido.

A partir de ahí es cuando la practica política se convierte en un ventilador, que todo lo salpica y mete a todos los políticos en un mismo saco.

Los políticos se deben de regir, por unos principios sobre todo de honradez, con el manejo del dinero ajeno, pues el dinero publico no es, como dijo una política, “de nadie” cosa incierta; ese dinero es de todos, como tal se debe de hacer un buen uso de él, pero no para su uso propio, sino para el bien colectivo.

También deben de impartir justicia social, poner las leyes adecuadas para que los medios productivos del país, creen riqueza y que dicha riqueza a través de nuestros impuestos, sea un medio para llegar a los mas desfavorecidos, en el mas amplio sentido de la palabra.


El patrimonio de la Justicia Social, no lo tiene ningún partido, ni de izquierdas (auque mediaticamente se ha apropiado del mismo) ni de derechas, sino es la misma sociedad de la que emana dicho poder político.

Hagamos de la política, una actividad noble, en las que la personas que nos representen sean dignas de nuestra confianza. Para ello el acto supremo de la democracia, que es el voto cada cuatro años, no nos dejemos influenciar por opiniones interesadas, sesgadas o sectarias, que solo intentan confundirnos, y vivir de la política como rémoras de la misma.

Sed felices y un abrazo

Diego García 11ª Promoción de Ajustadores Mecánicos UL. De Córdoba

2 comentarios:

  1. JOSÉ DIEGO PACHECO21 de mayo de 2010, 20:20

    Comparto contigo el concepto...aunque la praxis es todo lo opuesto en general. Como planteamiento regeneracionista, aunque suene "antigua"la expresión sería deseable que puesto que un ciudadano deja su actividad habitual para dedicarse a la política se le debería mantener su sueldo (revisado con el IPC)y sólo tener todos la misma compensación por dietas y suplidos. Creo que se impediría el considerar la gestión pública una carrera para parados , frustrados o arribistas.

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  2. Cierto yo jamás viví de la política, sino de mi profesión, que emanó de mi formación como Laboral

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