Los recuerdos de la juventud, son como aves migratorias, siempre vuelven al su lugar de procedencia.
El primer amor de nuestra adolescencia, lo tenemos guardado en un rincón olvidado de nuestra mente, pero que de vez en cuando aflora en la madurez de la vida.
Cuando se llega a una edad, en la que el tiempo, no es una asignatura pendiente en la vida, en la que tenemos periodo, para el paseo diario, el tener un libro en nuestras manos, el platicar con los amigos, para rememorar, amores perdidos en el tiempo,..
La melancolía no es buena compañera de viaje, pero el recuerdo siempre, es la alternativa de lo que pudo ser y no fue, la realidad presente o la decisión en un momento determinado, lo cual hizo que nuestra vida sea de una manera o de otra.
El efecto mariposa, el revolotear de las alas de la misma en un extremo del mundo, acarrea un huracán en el otro extremo. Siendo para mí algo exagerado, no deja de tener cierto sentido,..
Me hago una reflexión al respecto, qué hubiese ocurrido, si en mi juventud, aquella chica a la que conocí, con las que compartí, mis primeras verbenas en los veranos cordobeses, los antiguos guateques, a base de discos de vinilo y Cola la Casera, los paseos por la Judería, o las visitas a los mesones, con su encanto, con los besos robados en un callejón perdido, no se hubiese truncado, por la necesidad, perentoria de tener que buscar trabajos en otra tierra en otro lugar, para visualizar nuevos horizontes en la vida.
Siempre queda ¿que pudo ser y no fue?, para los románticos algo trasnochado, como en mí caso, lo que no se vivió, posiblemente sería mejor de lo que me toco vivir, pero eso es una simple utopía.
La realidad siempre se antepone a los posibles sueños, que de vez en cuando, anegan nuestra vida, pero lo que sí es cierto, que decisiones tomadas, siempre alteran a un conjunto de personas.
La chica de mi juventud, por casualidades de la vida, se quedo soltera, en mi Córdoba natal, en alguna ocasión he sabido de ella, por terceras personas, sé que como todo el mundo ha pasado momentos buenos y malos en la vida, yo en mi caso llevo más de tres décadas casado y si de verdad, tengo motivos para sentime realmente orgulloso, es de la esposa que tengo y mis tres hijas, mis cuatro mujeres, llenan mi vida como todo el mundo de sonrisas y lagrimas.
Una cosa es la ficción y otra la realidad, el secreto es ser feliz con lo que se tiene y obviar lo que pudo ser.
Un abrazo y hasta la próxima.
Diego García 68/70
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