Cuando nacemos no sabemos lo que Dios o la providencia nos tienen preparado, así que las paginas de ese libro que es la vida, la escribimos cada día.
Todo esto vine a colación, porque en mí caso, que me crie en una familia muy humilde, que como creo en la mayoría de los jóvenes que estuvimos en la UNI, este ultimo acontecimiento desde luego fue un principio en nuestras vidas.
En mi infancia fui a lo que se llamaba una “miga”, con la silla correspondiente, la peseta diaria y una cartilla de la iou.
Recuerdo vagamente cuando fui a una escuela, que estaba en barrio cordobés de San Agustín, concretamente al Pozanco, allí pase mis primeros años lectivos, lo que sí recuerdo que las lecciones a aprendíamos a base de palos, en el que día a día y que yo me llevaba más que una razonable ración.
Nos mudamos a vivir al barrio de Las Margaritas, con lo cual se me traslado de colegio en este caso fue uno que se llamaba de la Fuensanta en el barrio de la Huerta la Reina, aquí era otro método de enseñanza, consistía en quedarte castigado dos o tres horas más tarde, de la hora habitual de salida.
Tuve la suerte en este colegio, en el que pase, creo recordar tres años, tener un profesor que se llamaba D. Rafael, el cual llamo a mis padres y le hablo con bastante claridad de mi situación académica, la que se resumía en una palabras “que era un zoquete” y eso de los estudios no era lo mío.
Yo en mis cortas entendederas, me dejo la moral por los suelos, y en el caso de mi familia no saber qué hacer con semejante elemento, con el agravante de ser el más pequeño de seis hermanos, los cuales sus estudios consistían en generales y poco más, que además tenían sus esperanzas depositadas en que yo estudiase algo más.
Por mediación de una de mis hermanas, que trabajaba en la CEPANSA (algodonera) y que el padre Leonardo, les dio a las trabajadoras un cursillo, tuvo conocimiento de la Escuela Piloto que los Dominicos tenían en un recinto junto al Convento en el barrio de San Agustín.
De esa manera mi familia vio salida para que pudiese aprender un oficio.
Pase en esta escuela, creo recordar tres años, tanto los Padres Dominicos, como los profesores seculares daban una enseñanza muy buena, posiblemente la mejor de aquella época, consistía en realizar bachillerato elemental y pre aprendizaje, para la escuela de Formación Profesional.
Pase allí los dos años, dicho sea de paso con más pena que gloria, pues la verdad que era un estudiante mediocre y luego realice el examen de ingreso en la UNI.
Ingrese en la Laboral, hice los tres años de Oficialía, lo cual me costo, pasarme los tres veranos de mi vida más perros, que recuerdo, siempre me quedaban dos asignaturas, que tenía que ir a septiembre para recuperad.
Pero buenos tuve dentro de mis limitaciones sacarme el titulo, que por supuesto enmarque y tengo en mi casa.
Ni que decir tiene, que para mis padres y hermanos, fue un orgullo que por primera vez uno de la familia tuviese un titulo, desde luego no me llevo al estrellato, pero a decir verdad si me sirvió para realizadme profesionalmente. Pero bueno eso es otra historia que en otra ocasión os contare.
Un abrazo
Todo esto vine a colación, porque en mí caso, que me crie en una familia muy humilde, que como creo en la mayoría de los jóvenes que estuvimos en la UNI, este ultimo acontecimiento desde luego fue un principio en nuestras vidas.
En mi infancia fui a lo que se llamaba una “miga”, con la silla correspondiente, la peseta diaria y una cartilla de la iou.
Recuerdo vagamente cuando fui a una escuela, que estaba en barrio cordobés de San Agustín, concretamente al Pozanco, allí pase mis primeros años lectivos, lo que sí recuerdo que las lecciones a aprendíamos a base de palos, en el que día a día y que yo me llevaba más que una razonable ración.
Nos mudamos a vivir al barrio de Las Margaritas, con lo cual se me traslado de colegio en este caso fue uno que se llamaba de la Fuensanta en el barrio de la Huerta la Reina, aquí era otro método de enseñanza, consistía en quedarte castigado dos o tres horas más tarde, de la hora habitual de salida.
Tuve la suerte en este colegio, en el que pase, creo recordar tres años, tener un profesor que se llamaba D. Rafael, el cual llamo a mis padres y le hablo con bastante claridad de mi situación académica, la que se resumía en una palabras “que era un zoquete” y eso de los estudios no era lo mío.
Yo en mis cortas entendederas, me dejo la moral por los suelos, y en el caso de mi familia no saber qué hacer con semejante elemento, con el agravante de ser el más pequeño de seis hermanos, los cuales sus estudios consistían en generales y poco más, que además tenían sus esperanzas depositadas en que yo estudiase algo más.
Por mediación de una de mis hermanas, que trabajaba en la CEPANSA (algodonera) y que el padre Leonardo, les dio a las trabajadoras un cursillo, tuvo conocimiento de la Escuela Piloto que los Dominicos tenían en un recinto junto al Convento en el barrio de San Agustín.
De esa manera mi familia vio salida para que pudiese aprender un oficio.
Pase en esta escuela, creo recordar tres años, tanto los Padres Dominicos, como los profesores seculares daban una enseñanza muy buena, posiblemente la mejor de aquella época, consistía en realizar bachillerato elemental y pre aprendizaje, para la escuela de Formación Profesional.
Pase allí los dos años, dicho sea de paso con más pena que gloria, pues la verdad que era un estudiante mediocre y luego realice el examen de ingreso en la UNI.
Ingrese en la Laboral, hice los tres años de Oficialía, lo cual me costo, pasarme los tres veranos de mi vida más perros, que recuerdo, siempre me quedaban dos asignaturas, que tenía que ir a septiembre para recuperad.
Pero buenos tuve dentro de mis limitaciones sacarme el titulo, que por supuesto enmarque y tengo en mi casa.
Ni que decir tiene, que para mis padres y hermanos, fue un orgullo que por primera vez uno de la familia tuviese un titulo, desde luego no me llevo al estrellato, pero a decir verdad si me sirvió para realizadme profesionalmente. Pero bueno eso es otra historia que en otra ocasión os contare.
Un abrazo
Diego García 67/70
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